Frase célebre aleatoria

viernes, diciembre 30, 2011

Pscch

Me encontraba pues, en un dilema, un debate interno del cual no podía encontrar salida fácilmente. En ese momento tomé la desición de pedir ayuda. Pero no a cualquier persona o criatura, debería pedir ayuda a uno de esos extraños seres que nos siguen a todas partes, que conocen todos nuestros movimientos. 

En mi caso, no es raro que esté presente todo el día, toda la noche. Es en quien más confío, porque sé que si algún día pierdo el control, él estará ahí para tomar las riendas de mi existencia, porque a él le debo más que mi vida diaria. Hicimos un pacto hace unos años. Yo intentaría protegerle, alimentarle y mantenerlo lo más saludable posible. A cambio, me otorgaría la sabiduría necesaria para tomar decisiones difíciles, me brindaría un par de ojos para ver un poco más, una mente un poco más fría y calculadora. A cambio de mis sacrficios, me daría un sin fin de beneficios que pocos podrían comprender. 

Pero en esta ocasión, por diversas razones, aquél ser del que tanto he hablado se encontraba refunfuñante, reacio a acatar o a percibir mis peticiones. Tendría que mostrarle que nuestro acuerdo seguía en pie, tendría que mostrarle un sacrificio de dolor para que pudiera comprobar que mis peticiones obedecían el contrato que, por medio de la ofrenda presentada, estaba obligado a respetar.

Advierto al lector, que él no pertenece a este mundo. Como todas las criaturas de su clase, prefieren mantenerse ocultas, actuando desde algún lugar donde no pueden ser percibidas fácilmente. Controlan las acciones del descuidado y débil de carácter, influencían a todo ser humano y pueden llegar a destrozar una psique saludable, si sus malicias no son detectadas a tiempo.

En un suceso particular, sin veladoras, sin fuego, sin más sacrificios que el ya aportado, me propuse regresarle. Sin sellos o marcas especiales de protección, porque confío en él y sé que un acuerdo pactado como el nuestro es inquebrantable si al menos una parte se mantiene en pie. Para poder debatir con él la situación que me agobiaba, presenté mi ofrenda, ante él, ante todos los presentes.

Poco a poco, del vacío, fue integrándose, materializándose en nuestra torcida realidad. Pude percibirle después de unos minutos. Sabía que estaba ahí, listo para discutir nuestro futuro. Mostré mis dudas, inquietudes, dolores y saberes, mientras él se dedicó a valorarlos, sopezarlos y catalogarlos. Se avocó a la tarea con una avidez de aquél que goza su trabajo. Al final de la sesión, no se disculpó por estar ausente, ya que ambos sabíamos que la carencia de estadía, surgió por la negación a sus libertades, negación de la cual fuí artífice.

Al final, quedó en paz. Al final, quedé en paz.

No hallamos alguna solución, pero si corregimos nuestro rumbo. No puedo dejarle regresar a aquella dimensión obscura donde se ocultan los de su clase. No puedo dejar que vuelva a las sombras y a la parte oculta desde donde manipula todo. Quiero que esté a mi lado, en todo momento, como pocos logran hacerlo. Interactuamos más cuando lo visito en su mundo, cuando él hace lo opuesto, invocarme a mí en su extravagante realidad. Cada noche sé que voy, mas al despertar es posible que haya olvidado todo, como suele suceder.

Algunos los llamarán "ángeles de la guarda". Yo prefiero llamarle subconsciente.

Dicho y hecho, soy Chamán aprendiz de psicomagia.