Cada día que pasa, muero un poco más.
Dejando de lado las obviedades biológicas que implica la vida, con todas esas oxidaciones degenerativas y ligeros envenenamientos crónicos, ahora, señoras, señores y demás, les puedo afirmar con veracidad, que estoy en las últimas.
El día de hoy me han dado una de las peores noticias que una persona como yo podría esperar, tanto, que me llevó al borde de un ataque de ira y posteriormente a una desilusión inimaginable.
Resulta que desde el día 14 de este mes, el aparato telefónico de micasa del árbol habitación no muestra señales de vida. Extraño el aullar que generalmente emitía cada vez que descolgaba el auricular; hoy día, mi teléfono aulla en el cielo de los electrodomésticos.
Más que muerto, es que no le llega la señal que lo hace útil, es como un cuerpo sin vida, como una especiede tubérculo cuando lo que uno espera es un mamífero.
En otros tiempos, esto me tendría sin cuidado, pasarían años antes de que volviera a tomar de nuevo entre mis garras el negro mate que recubre el auricular de mi arcaico teléfono, de no ser porque ahora, si tengo a quién llamar a altas horas de la noche para entablar discusiones de alto nivelerótico intelectual.
Por una parte, el equivalente humano sería haber perdido el oído derecho, porque ahora me pierdo de horas de comunicación ininterrumpida, ya que el celular nos marca un repetitivo margen de 5 min.
Eso no es un gran problema para la mayoría, cualquiera puede vivir sin un oído, Beethoven componíaautos estando medio ebrio sordo y medio loco. El verdadero pandemonio se desató cuando la señal mágica que abre todos los días mi ventana al mundo dejó de llegar a la caja de los sueños y golosinas, que la mayoría de ustedes despreciables humanos llaman modem.
Resulta que en algún punto del día antes mencionado alguna criatura llena de odio y rencor hacia la tecnología y a los tecnócratas como yo, dirigió su vehículo automotor estilo "trailer" hacia los cables que unen mi limitada conciencia a la infinidad del mundo WWW. Según chismosea la chusma, en semanas no tendré el poder de accesar libremente al mundo de los anónimos electrónicos.
El cielo llora mi desgracia...
Dejando de lado las obviedades biológicas que implica la vida, con todas esas oxidaciones degenerativas y ligeros envenenamientos crónicos, ahora, señoras, señores y demás, les puedo afirmar con veracidad, que estoy en las últimas.
El día de hoy me han dado una de las peores noticias que una persona como yo podría esperar, tanto, que me llevó al borde de un ataque de ira y posteriormente a una desilusión inimaginable.
Resulta que desde el día 14 de este mes, el aparato telefónico de mi
Más que muerto, es que no le llega la señal que lo hace útil, es como un cuerpo sin vida, como una especiede tubérculo cuando lo que uno espera es un mamífero.
En otros tiempos, esto me tendría sin cuidado, pasarían años antes de que volviera a tomar de nuevo entre mis garras el negro mate que recubre el auricular de mi arcaico teléfono, de no ser porque ahora, si tengo a quién llamar a altas horas de la noche para entablar discusiones de alto nivel
Por una parte, el equivalente humano sería haber perdido el oído derecho, porque ahora me pierdo de horas de comunicación ininterrumpida, ya que el celular nos marca un repetitivo margen de 5 min.
Eso no es un gran problema para la mayoría, cualquiera puede vivir sin un oído, Beethoven componía
Resulta que en algún punto del día antes mencionado alguna criatura llena de odio y rencor hacia la tecnología y a los tecnócratas como yo, dirigió su vehículo automotor estilo "trailer" hacia los cables que unen mi limitada conciencia a la infinidad del mundo WWW. Según chismosea la chusma, en semanas no tendré el poder de accesar libremente al mundo de los anónimos electrónicos.
El cielo llora mi desgracia...
***FIN DEL COMUNICADO***
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