Frase célebre aleatoria

viernes, septiembre 09, 2011

Blablableando

Hace ya poco más de un mes que dejé en pausa esto de la escribiduría blogolística y cesé mi compartición de vivencias peculiares con vosotros los lectores del mundo bloggero.

El centro que gobernará este post tiene una fortaleza establecida en el concepto que contiene esta vivencia.

Resulta que recientemente comencé a "trabajar" en una estación de radio por internet llamada RadioDestroyer, poco después de mi ingreso sucedió algo que venía esperando desde que puse en el horizonte a esta estación como un futuro lugar laboral. Tuve la oportunidad de dirigir, escribir, producir, conducir, locutear, saborear y degustar un programa de radio. El horario sería de 16-18 horas tiempo del centro de México, aunque este sábado ocurrira una exepción, iniciando a las 15 horas un especial de mi banda favorita en el mundo mundial, Rammstein. Y es que no era para más, cumplir un mes siendo locutor hay que celebrarlo a lo grande.

Hasta me siento un escritor profesional de película de los años veintes, con esta extravagante iluminación que me he creado y una pieza musical distinta a lo que normalmente poseo, proporcionada por una compañera locutora.

Regresando al futuro, como recordarán de un post anterior, titulado "mi trabajo perfecto", me he desempeñado en un titipuchal de labores que considero interesantes, sin embargo nunca mencioné que ser locutor era uno de mis anhelos.

Ese pequeño paso para la estación, pero un gran salto para el bloggero, fue lo que me ha hecho reconfigurar mi metodología psicológica de desempeño laboral. Además, cumplir un sueño, siempre es grato para cualquier entidad biológica, humana o no.

Así pues, fuí sometido a una sola prueba, mi primer programa. Después de esto, todo cambió.

Sin cursos de locución, sin cursos de dicción, ahí estaba yo, frente al micrófono con un deseo de divulgar palabrería sin sentido a mis escuchas. Así fue, tal como estuvo calculado, premeditado. Como nadie lo esperaba, ni siquiera yo, porque a pesar de los cálculos, todavía tengo la capacidad innata de convertir todo en basofia.

Esas pocas horas sabatinas que me dan la oportunidad de limitar mi mundo a esas tres paredes y una lona que confinan lo que soy, confinan los problemas, confinan las respuestas. Esas paredes y lona se convierten en mi nuevo círculo, en el cual tengo un falso control y un desempeño lingüístico inigualable, incomparable. Desarrollo que, de haber poseído en etapas anteriores de mi vida, o incluso hoy día pero en otras ramas, harían de mí, uno de los seres más sociables de los que se tenga conocimiento. Afortunadamente no es así y mantengo una membrana de hurañez relativamente oculta bajo esa cáscara que ha salido a relucir siendo locutor.

Como una situación terapéutica, me tuve que obligar a convivir en un ambiente extraño, a socializar más por la obligación que por la mera necesidad de socializar. Me empujé a habitar un mundo del que normalmente viviría autosegregado, me forcé a convivir con gente que gamás pensé conocer, todo con el simple propósito de seguir avanzando.

Así pues, poco a poco, fui perdiendo el miedo. Algo increíblemente dificultoso para quienes comparten conmigo ese detalle minúsculo de ser paranoico. Detalle que poco a poco he tenido que aprender a domar, a volver un animal casero, casi una mascota que de vez en vez se rebela y me hace pasar malos ratos. Poco después sólo queda limpiar la caca y seguir adelante.

En estos últimos meses, esa ha sido mi terapia, embriagarme de ambientes que consideraría hostiles para una forma de vida como yo, ambientes que de estar en otra época, que de ser otro Eduardo, hubiera evitado. Hoy he descubierto la puerta de salida a la paranoia. Hoy sé que puedo vivir sin miedo, obligándome a enfrentarlo, teniendo aquello que es lo único que me evita tener miedo, control.

Dejando de lado mis chilloteos y traumas, ahora hasta en el perfil del caralibro, coloco que soy locutor. ¿La paga?, honestamente la paga en dinero es una miseria, una pifia, menos que pelusa de ombligo. Pero el provecho que estoy sacando de una experiencia tan extraña, como ser locutor mientras me doy una terapia, es inigualable.

¿En qué otro lugar alguien huraño, antisocial y nerd podría ser locutor de una estación radial sin siquiera tener conocimiento alguno sobre el tema de la comunicación?. Con las palabras, tengo años de experiencia, he escrito desde que sé escribir y poco después aprendí a leer.

Como especifiqué al director general, la comunicación que mantengo con una persona extraña es deplorable, pero mi comunicación humano-máquina-humano, es de lo mejor. Así llegué a ser locutor, un poco de suerte y una mínima chispa de creatividad.

Pasadle a lo barrido, que ya es tarde.

www.radiodestroyer.com

***FIN DEL COMUNICADO***