Frase célebre aleatoria

viernes, julio 01, 2011

Aunque parezca sorprendente, también soy humano

Resulta que como buen hombre multiusos que me considero, poseo 2 cajas de herramientas, una pequeña en la que he colocado las herramientas que más utilizo y otra caja de mayor tamaño en la que decidí colocar herramientas más pesadas que no uso tan amenudo, como el taladro con sus miles de millardos de accesorios.

Ni siquiera puedo enunciar las innumerables ocasiones en las que he cumplido algún objetivo gracias al uso de herramientas pesadas, como el taladro o la sierra. Personalmente en persona, debo admitir que mi habitación está repleta de horificios rellenados con taquetes y tornillos, que fueron, son o serán útiles para uno u otro fin.

El punto aquí es, de todos los que tenemos la dicha de poseer un taladro propio, o cualquier otra herramienta pesada (o ligera), ¿nos tomamos la molestia de darle mantenimiento?.

En repetidas ocasiones he sido testigo de los bochornosos momentos en los que algún aparato deja de funcionar porque no ha sido víctima de un adecuado mantenimiento. El ejemplo más cercano, mi autobot. Además tuve el infortunio de ser víctima de dos quemas de RAM debido a la falta de mantenimiento (tanto de software como de hardware) en mi PC pasada. Pero después de eso, aprendí.

Entonces, tomé el taladro y me dispuse a verificar su contenido, ya que empezaba a escucharse la fricción entre algunas de las partes internas que le hacen ser tan popular entre los constructores y hobbistas.

Noté que algunas de las partes que deberían estar obscenamente engrasadas, se encontraban libres casi en su totalidad de la famosísima manteca verdosa que les proteje de la fricción y la poca manteca que quedaba se había visto corrupta por la inserción masósica de partículas contaminantes, lo cual había tornado su color en negro.

Ya viendo esto con una mirada horrorizada, me dispuse a aplicar la famosa técnica de mantenimiento de lubricación manual en maquinaria, el famosísimo dedazo.

Esto me hace reflexionar de maneras insospechosas. ¿Porqué estamos acostumbrados a revisar algo hasta que falla?.

Cuando yo he necesitado de mi taladro, para tan diversas tareas, que van desde poner un tornillo en la pared, perforar madera para hacer repisas, elaborar una base para una handycam, reparación de tubería, pulimiento de metales o incluso simplemente para atornillar, ahí ha estado (excepto cuando está empeñado). ¿Algún día necesitará el taladro de mí?. Por supuesto que sí. El taladro podrá ser muy poderoso, ruidoso y útil, pero no puede darse mantenimiento.

Esto me lleva a otra refracción. ¿Cuántas veces usamos un banco o algún otro mueble para apoyarnos, para alcanzar algo o simplemente para descansar y cuando éste falla, pensamos en deshacernos de él?. Creo que todo necesita recibir un poco de lo que dá. No me sorprende escuchar a un sin fin de compañeros o conocidos que se quejan de la inestabilidad de sus sistemas operativos o de sus computadoras. Pero generalmente se resuelve todo corriendo un par de programas antivirus y el liberador de espacio en disco. Utilizan la computadora, pero ¿cuándo se toman un tiempo para darle mantenimiento? ¿cuántas veces han tenido la osadía de abrir su CPU para remover la inmensa cantidad de pelusa y polvo que se acumula sobre el difusor de calor del procesador?. Estamos tan acostumbrados a tomar y a obtener beneficio de lo que nos rodea, que pocas veces damos un poco de nosotros para el mundo.

Todos respiramos el oxígeno que existe en el aire, ¿cuántos árboles han plantado todos los que respiran?, ¿cuántas plantas han sembrado para justificar el oxígeno que consumen?. ¿Cuántos han sido hombros para llorar, pero tienen que tragar su llanto cuando se les niega el hombro?.

Trato de ser lo que quiero que sean conmigo. He sembrado plantas, no porque sienta la deuda del oxígeno asifiándome, sino porque sé que el terreno que habito no me pertenece y no se supone que pertenezca a humano alguno. El reino que habitamos debería permanecer en equilibrio de animales y plantas, pero un animal creyó que merecía más y mandó al diablo al equilibrio. Cuando escucho de tsunamis, terremotos, huracanes, inundaciones, enfermedades y demás calamidades, sé que en el fondo es esa balanza que trata de recuperar un poco del equilibrio. Es una fuerza natural que reacciona ante las acciones del hombre sobre el mundo.

¿Se cansará el mundo de no ser escuchado cuando lo necesita?.

No lo sé, pero hoy, el cansado soy yo.

***FIN DEL COMUNICADO***

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece una excelente reflexión la que has hecho tienes mucha razón en las cosas q mencionas y más q nada q emotiva es tú nota final...Sin embargo llega un momento en q aunq tú le des mantenimiento a las cosas estas ya no responden y tendrás q cambiarlas por q si ya pusist tu mejor esfuerzo y nada, es mejor buscar algo q t funcione mejor y verás q asi será :)

Anónimo dijo...

Para que tú me oigas, mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas..

EL MOSTRO!!! dijo...

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